Confinando el orgullo...
Me sentía turbada, descentrada, incapaz de pensar y aclararme y ni siquiera sabía el porqué...
En estos días aprendí que aunque me creyera capaz de no perder el control y que mi orgullo me ayudaba a mantener cierto digno equilibro y a desechar de mi mente el arrepentimiento y la añoranza, no era tan fuerte como yo pensaba…
Y por eso una tarde exploté, y me avergonzó pensar después que quizás lo que me sucedió fue que sentí celos, terribles e incontrolables y que me sentí increíblemente mal por sentir que cierta persona ya me había olvidado y desechado totalmente de su vida. Y que esos celos me hicieron tragar mi orgullo y escupir todo el veneno de su ausencia, que me consumía para después excusarme por mi comportamiento y reconocer que eran puros celos los que me habían empujado a actuar así.
Casi no pude reconocerme a mi misma perdiendo así mi control y evidenciando la herida que estaba llagando mi corazón.
Y ahora sólo sé que quizás deseo ver el vaso medio lleno. Y que a veces querer a alguien es aceptarle tal y como es y no ensañarse con los defectos que pensamos que tiene. A veces querer a alguien es no enzarzarnos en reproches y recriminaciones e intentar construir la relación a partir de lo que se tiene y comparte en lugar de estar siempre fijándonos otras metas que deseamos alcanzar y que enturbian el presente porque pensamos en todas las carencias de la relación, provocadas por la propia inseguridad que tan sólo desea muestras y gestos que prueben los sentimientos y que jamás pueden ser suficientes dado que el vaso siempre lo vemos medio vacío.
He comprendido que yo no confiaba en mi misma ,y mis inseguridades me hacían no confiar en la otra persona. Creo que los últimos encuentros de estas pasadas semanas con algunas personas de mi pasado reciente me han hecho más consciente de mi propio cambio de modo de ser, de pensar, y me fui consciente de la seguridad que ahora poseo frente a otras personas. Seguridad de la que antes carecía y me hacía ser malpensada, desconfiada y no lograr relajarme en una relación tras mi separación.
Quizás por eso, porque ahora supe que yo había cambiado, que estaba segura de mí y que confiaba en mi misma como en muchos años jamás lo hice, por primera vez en mi vida he logrado desterrar mi orgullo y reconocer algunos de mis fallos y errores.
Creo que terminé de dar la bienvenida a mi nueva “yo”, que por fin se ha liberado de todas esas capas de sentimientos y sensaciones pasadas y por fin pudo emerger desde donde siempre estuvo aunque durante años la he tenido sepultada con mis miedos y recelos.
Nunca me había sucedido algo así, suelo dar el portazo para siempre, sienta lo que sienta, no he vuelto nunca con nadie ni he retrocedido mis pasos si mi orgullo se había visto amenazado, a pesar de que el tiempo a veces me haya demostrado que era yo la equivocada por una situación.
Pero esta vez, me alegra haber confinado a mi orgullo a un cuarto oscuro cerrado a cal y canto. Y lo cierto es que me sentí bien actuando así, nunca me he sentido tan en paz como ahora…